La búsqueda del estado de salud, es algo innato del hombre, en su
progresión evolutiva, tanto en cuanto la enfermedad afecte a su cuerpo físico,
o bien se esté manifestando en cualquiera de sus otros cuerpos, emocional,
mental e incluso espiritual. La búsqueda de un estado perfecto de equilibrio y
armonía, no es otra que la consecuencia del caos interno en el que habitan las
almas en perpetua lucha consigo mismas, algo que los astrólogos explican cómo
un proceso por el que cruza la conciencia cuando las energías del planeta marte
se vinculan con las experiencias personales del individuo, en un aprendizaje
para gestionarlas y ponerlas en el mundo, para beneficio propio y ajeno, más
allá de cualquier connotación egoica.
Actualmente, si a cualquier Ser Humano “normal”, le preguntamos si
considera que vive en un mundo sano, la segura respuesta sin siquiera dudar,
sería: NO, mi mundo está enfermo. Pues sí, tan enfermo como lo estamos sus
habitantes, pues las células tóxicas y nocivas de este planeta, somos nosotros
mismos, únicos generadores de las batallas, guerras, y contiendas que se
extienden por todo el globo terrestre.
De igual forma que representamos el cáncer de nuestro planeta, así
podemos estar actuando de forma inconsciente con nuestro propio cuerpo,
ignorando aquello que nos advierte y que no atendemos. No cabe duda que la
enfermedad, nos avisa de su llegada mucho antes de materializarse y que si
estamos atentos a nuestro cuerpo etérico, podremos detectar cualquier pequeña
disfunción que se esté comenzando a gestar. Hacer caso omiso de estos avisos,
es lo que inicia un proceso de enfermedad irreversible, cuando ésta ya se ha
desencadenado. Es por ello que la Medicina alopática, habla constantemente de
PREVENCIÓN, algo que no significa lo mismo para la Medicina Holística.
Para la primera, la prevención está basada en el miedo a
desarrollar la enfermedad y por lo tanto en el uso de vacunas, por ejemplo, o
bien costosas pruebas médicas de diagnóstico. Este tipo de prevención, no
garantiza más que angustia al individuo, que vive pendiente de controlar eso
que quizás, quien sabe, pudiera ocurrir. Para la Medicina Holística, esta
actitud representa una pérdida agotadora de energía interna, que se dinamiza
hacia protocolos externos y de masas, mientras no hacia una actitud de responsabilidad
con nosotros mismos, en un comportamiento maduro e introspectivo, el único que
nos comunica con nuestro estado interior.
La verdadera prevención está en un profundo trabajo constante con
nuestro Ser interior. No es una prevención física, es una prevención
transpersonal, donde el vínculo que establecemos con el poder sanador interno,
es el que nos garantizará que la salud va a ser nuestra mejor característica,
en resonancia absoluta dentro-fuera, con nuestro estado interior.
El abandono del Ser interior y su desconexión, nos conduce al
caos, aún así, hay que decir que ese caos y la enfermedad que puede gestar, es
un camino elegido por las almas para evolucionar. Existen muchos motivos por
los que un alma elegiría la enfermedad, tantos como individuos, por ello, en
nuestra Escuela, se dan referencias entre las emociones y las enfermedades,
pero no se considera que estas estructuras, sean cien por cien aplicables a
todo el mundo, pues la vida transpersonal de cada individuo es un inmenso
abismo incognoscible, que esconde múltiples posibilidades. Pretender dar una
lectura exacta y absoluta que responda a la causa de un proceso de enfermedad,
es prácticamente imposible.
De hecho cuando un Terapeuta Holístico, recibe un consultante que
manifiesta una enfermedad explícita y diagnosticada, o no, puede suceder que el
trabajo que se aplica a los niveles transpersonales del Ser, no tenga ningún
efecto y ello comporte que pueda parecer que no se ha hecho nada. ¿Qué ocurre
en estas situaciones? Ni más ni menos que la persona consultante no está
preparada para realizar la transformación quántica que algo de sí desea hacer,
muy probablemente no lo esté, porque todavía le queda un aprendizaje que hacer
ante la situación que está viviendo y pese a sentir el rechazo hacia ello, el
alma no ha realizado la enseñanza, motivo por el que está viviendo esa
situación.
Como vemos los procesos de sanación, están directamente
relacionados con los procesos de evolución de la conciencia. Por lo que desde
este plano de conciencia en la 3ª Dimensión, no se pueden sobrepasar las leyes
que imperan en planos de conciencia superiores. Un buen Terapeuta Holístico,
siempre solicitará permiso expreso a la entidad consultante para actuar sobre
su campo áurico en niveles frecuenciales y si es docto en el tema, seguramente
ya habrá experimentado en diversas ocasiones, la negativa del alma para
proceder a intervenir y “reparar” las perturbaciones que manifiesta su Campo
Electromagnético.
Ahora se sabe, que este es el motivo por el que no siempre un
trabajo realizado con técnicas y herramientas transpersonales, es efectivo, del
mismo modo que no lo es la Medicina Farmacológica, pues de una forma u otra, la
última palabra sobre su sanación, la tiene el propio enfermo.
Es vital, tras saber todo esto que se produzca el despertar del
sanador interior, él sí que sabe lo que nos conviene e interesa, él si conoce
todos los procesos evolutivos en los que nos encontramos, él si sabe porqué
hemos enfermado, él si sabe si estamos preparados para curarnos.
El sanador interior es arcaico, no es nada nuevo ni desconocido,
sólo es algo olvidado y muchas veces rechazado por la sociedad actual, que
aboga siempre por los cánones que establece la ciencia y rechaza todo a lo que
no le puede dar una explicación racional.
Así, si nos permitimos viajar al pasado y a lejanas culturas,
civilizaciones y tradiciones, nos vamos a encontrar infinidad de datos que nos
hablan de métodos de sanación, rituales, pócimas, elixires, tratamientos con
plantas medicinales, recursos transpersonales propios de los sanadores, como el
uso del poder de los tótems, de los minerales, de los astros, de los números, y
así un largo etcétera.
Atrevernos a adentrarnos en las tradiciones chamánicas, es
descubrir un mundo de posibilidades, que puede ser actualizado a la conciencia
del ahora y dotado de nuevo poder, aliándolo con los conocimientos actuales. El
pasado siempre contiene dosis extraordinarias de sabiduría, que si sabemos
darle utilidad, van a representar un gran refuerzo para el alma, quien abrirá
su memoria celular y con gran satisfacción, recuperará una parte de su poder,
ese que se quedó anulado de por siglos. Ese poder es la verdadera sanación.
Núria Gómez
Temple Inanna